El 16 de diciembre, muchas familias en Colombia y colombianos que viven fuera del país, empiezan a rezar la novena de Navidad, una serie de oraciones que duran nueve días y cuyo propósito es prepararse para la llegada del Niño Dios la noche del 24 de diciembre. La novena es una de mis tradiciones favoritas.
Vale la pena mencionar que en América Latina, la Navidad no se celebra el 25 de diciembre (aunque el 25 es un día de fiesta), sino la noche del 24 o la noche buena. Es una diferencia sutil de lo que se hace en los países angloparlantes pero de todas formas es una diferencia importante.
La novena tiene una serie de oraciones que se recitan cada noche. Incluyen oraciones diarias a la Virgen María, San José, y el Niño Dios, una serie de poemas de alabanza llamados los gozos que se recitan o se cantan, y una oración específica de cada día de la novena llamada la "consideración" que destaca un aspecto del viaje de María y José a Belén y los acontecimientos que sucedieron alrededor del nacimiento de Jesús.
Hay lo que se puede llamar una espiritualidad católica antigua en estas oraciones. Todavía vale la pena contemplar muchas de las oraciones alrededor de la humildad de Jesús como un ejemplo para nuestras propias vidas. Sin embargo, de vez en cuando las reflexiones se vuelven casi absurdas en la vieja tradición católica, tales como la oración en el octavo día que cuenta cómo María y José no pudieron encontrar hospedaje en el pueblo de Belén: "El ruido de cada puerta que se cerraba ante ellos era una dulce melodía para sus oídos." También, la oración de San José puede dar risa porque la oración dice que él es el "padre putativo de Jesús". Hoy en día la palabra muchas veces está reemplazada con "adoptivo".
Después de la novena, la familia puede cantar las canciones navideñas tradicionales o "villancicos," o tocando los instrumentos o poniendo un CD. En algunos casos la novena se vuelve un evento social con invitaciones a la familia extendida, donde se sirven comida y bebidas después de rezar la novena.